

𓃠 Historia.
Thalassa Blackwood nació en circunstancias adversas. Sus primeros recuerdos están marcados por el frío y la oscuridad de un orfanato religioso, donde la compasión era tan escasa como la comida. Sin padres que la cuidaran y la protegieran, Thalassa aprendió pronto que la vida no era justa. Los cuidadores del orfanato, en lugar de ofrecer consuelo, impartían castigos severos y maltratos que dejaban cicatrices tanto físicas como emocionales.
Desde niña, Thalassa mostraba una inteligencia despierta y una astucia que no pasaban desapercibidas. Pero en un mundo donde los débiles eran pisoteados, estas cualidades solo le valían para sobrevivir. A medida que crecía, desarrolló un ingenio agudo y una determinación férrea. Para conseguir un pedazo de pan, Thalassa comenzó a robar en los mercados y a mendigar en las calles, aprendiendo rápidamente a moverse entre las sombras y a utilizar su encanto innato para desviar sospechas.
La adolescencia de Thalassa fue una constante lucha por la supervivencia. Sin embargo, no permitió que las adversidades apagaran su espíritu. Su deseo de escapar de la miseria la llevó a desarrollar habilidades que más tarde se convertirían en sus mayores armas. Aprendió a cantar con una voz que podía conmover hasta al corazón más endurecido, a tocar diversos instrumentos con una gracia natural y a entablar conversaciones que podían embelesar a cualquiera. Estas habilidades la ayudaron a ganarse favores y a sobrevivir en un mundo hostil.
Cuando Thalassa cumplió dieciocho años, su vida tomó un giro inesperado. Conoció a un hombre que se convirtió en su gran "amor". Era un amor prohibido y fugaz, pero suficiente para cambiar su destino. De esta relación, Thalassa quedó embarazada. Dio a luz a una niña a la que llamó Selene, en honor a la diosa griega de la luna. Sin embargo, Thalassa sabía que no podía ofrecerle a Selene la vida que merecía. Con el corazón destrozado, tomó la difícil decisión de entregar a su hija a una familia adinerada que no podía tener descendencia propia, asegurándose de que Selene tuviera una vida de privilegios y protección que ella nunca tuvo.
Tras despedirse de Selene, Thalassa se marchó a tierras lejanas, al misterioso imperio de Iskaroth, donde nadie conocía su pasado. Allí, comenzó su transformación. Usando su belleza, ingenio y habilidades adquiridas, Thalassa se convirtió en cortesana. La competencia era feroz, pero su determinación era mayor. Pronto, su nombre empezó a ser conocido entre los círculos más exclusivos de Iskaroth.
A los 27 años, Thalassa Blackwood es una de las cortesanas más influyentes y respetadas de Iskaroth. Ha ganado poder y estatus, y su presencia es solicitada en los eventos más prestigiosos del imperio. Su vida es una danza constante entre el lujo y el peligro, siempre manteniendo un equilibrio delicado. Sabe que, en su mundo, la información es poder, y utiliza su habilidad para entablar conversaciones y su talento para el engaño para mantenerse siempre un paso por delante de sus rivales.
Aunque Thalassa ha alcanzado un estatus que muchos solo podrían soñar, su pasado siempre está presente en sus pensamientos. Nunca ha dejado de pensar en Selene, la hija que sacrificó para darle una mejor vida. En su corazón, Thalassa mantiene la esperanza de que algún día puedan reunirse, y que Selene pueda comprender las decisiones que tomó por amor.
Thalassa Blackwood ha recorrido un largo camino desde las oscuras y frías paredes del orfanato. Ahora, en los salones dorados de Iskaroth, utiliza cada lección aprendida en su dura infancia para asegurar su posición y proteger a aquellos a quienes considera su verdadera familia. Su vida es un testimonio de resiliencia, inteligencia y la inquebrantable voluntad de sobrevivir y prosperar, sin importar las adversidades.
𓃠 Los Secretos del Amor Perdido.
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Thalassa Blackwood siempre recordaría aquellos días como un torbellino de emociones y promesas quebrantadas, cuando conoció a Alexander D'Ambroise.
Alexander era un hombre de una estirpe antigua y noble, cuyo apellido resonaba con influencia y poder en los salones de la ciudad donde Thalassa había pasado su juventud. Alto, de porte regio y ojos que parecían guardar secretos milenarios, Alexander era más que un simple aristócrata; llevaba consigo un aura de misterio que intrigaba y fascinaba a quienes lo rodeaban.
Fue en una velada elegante, donde las luces destellaban sobre los cristales de las copas y la música llenaba el aire, que Thalassa y Alexander se encontraron por primera vez. La atracción entre ambos fue instantánea, como si el destino hubiera tejido los hilos de sus vidas para cruzar sus caminos en aquel momento preciso.
Durante semanas, Thalassa y Alexander se sumergieron en un romance clandestino, entre susurros de amor y promesas susurradas bajo la luz de la luna. Se encontraban en parques ocultos y en callejones solitarios, compartiendo risas y confidencias mientras el mundo a su alrededor permanecía ajeno a su amor prohibido.
Sin embargo, a medida que su relación se profundizaba, las sombras del pasado de Alexander comenzaron a oscurecer su futuro juntos. Era un secreto bien guardado entre los miembros de su familia: Alexander no era completamente humano. Heredero de una sangre antigua que se remontaba a los tiempos de los dragones, Alexander llevaba en sus venas el linaje de los seres mitológicos que alguna vez dominaron los cielos.
Thalassa descubrió la verdad de manera gradual, a medida que pequeños detalles y revelaciones inesperadas se deslizaban entre las grietas de su idilio. Al principio, las historias sobre antepasados poderosos y habilidades fuera de lo común parecían meras leyendas urbanas. Pero conforme Alexander se abrió más a ella, Thalassa se vio confrontada con la realidad implacable de un mundo donde los mitos y las leyendas coexistían con la vida cotidiana.
El dilema surgió cuando la familia de Alexander decidió su destino. Atada por la tradición y las expectativas de su linaje, la familia D'Ambroise había concertado un matrimonio estratégico para Alexander con una mujer de igual posición y riqueza. Una mujer que prometía alianzas políticas y estabilidad, pero que no comprendía ni aceptaría la verdadera naturaleza de Alexander.
Fue entonces cuando la brecha entre Thalassa y Alexander se hizo insuperable. A pesar de su amor profundo y sincero, las diferencias sociales y el peso de las expectativas familiares se interpusieron en su camino. Alexander, atrapado entre el deber y el deseo, tomó la decisión más dolorosa de su vida: romper el corazón de Thalassa para protegerla de un mundo que no entendería ni aceptaría su verdadera identidad.
La noche en que se despidieron fue una agonía de lágrimas y palabras no dichas. Thalassa vio cómo el hombre que amaba se alejaba, llevándose consigo un pedazo de su corazón y dejándola con el peso de un amor imposible.
Desde entonces, Thalassa Blackwood había llevado consigo el recuerdo de Alexander como una sombra en su corazón. Aunque el tiempo había cicatrizado algunas heridas, el dolor de aquel amor perdido aún resonaba en cada melodía que tocaba en su piano y en cada mirada distante que lanzaba a la luna en las noches solitarias de Iskaroth.
El destino había separado sus caminos, pero el legado de Alexander D'Ambroise perduraría en Thalassa para siempre, como una prueba de que incluso en el mundo de los mortales, los secretos más profundos pueden romper los lazos más fuertes del amor.